lunes, 22 de julio de 2013


Nos mirábamos en silencio después de un largo rato ausente de expectativa como el que amordaza la palabra futuro con el velo inmediato del presente.

Supongo que ahora mismo me vienen las primeras sensaciones, la habitación llena de ropa y sábanas revueltas por nuestro propio desastre, tus ojos cuando -sin tener la costumbre-se desvelaron por aquel café que propuse invitarte en plena noche, el primer juego que fue tocarte.

Ahora observo tu habitación empacada en pequeñas bolsas que lo aúnan todo: lo vivido en esta ciudad, en las anteriores y en las otras a las que por una razón u otra nos escapamos para comernos la monotonía y llenarnos de las extremidades de la improvisación y lo súbito.

Mientras observo tu imagen desnuda recogiéndolo todo, sin corazas ni duda, sólo me queda la esperanza de tu nombre en tiempo futuro...


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